El baile de los 7 velos.
- bitacoraparaelalma
- Oct 6
- 6 min read
Amor vulnerable, amor indestructible✨
Hogar es donde no hay que usar mascaras, siete llaves, siete puertas

Bitácora de mi alma:
Sueño, durante la luna llena de cazador.
Se terminó la gran boda, la fiesta y la celebración.
Limpió su cuerpo con agua fresca y se untó aceite de sándalo; se sentó nervioso en la cama esperando a su esposa. La luna brillaba en el cielo oscuro como una perla, recordo las que adornan el cabello de las sirenas en los murales del puerto; las olas del mar estaban agitadas como su corazón.
Escuchó sus pasos; primero invadió la habitación el olor a rosas y jazmín. Poco a poco, le siguió la maravillosa creación de un cuerpo desnudo bajo telas de colores.
Pudo recorrer con sus ojos las curvas más perfectas, como las dunas del desierto, como las montañas creadas por la divinidad. Agradeció a la vida por ese momento y por aquella criatura mitad mujer, mitad ninfa, aquel ángel con mirada profunda bajo las telas de colores.
El viento trajo las tonadas del tambor, la flauta y el kinnor. Ella, como si flotara, se acercó a él y comenzó a bailar, moviendo sus caderas al son de la música, como si aquellas notas encendieran su carne; sintió su deseo avivarse ante aquella increíble aparicion.
Lentamente camino hacia el y con seducción, le habló al oído.
—Estoy aquí, Heme frente a ti.
Vengo a recordarte que elegi estarlo, puede que ante las leyes del hombre sea tu mujer, pero he de advertirte que mi corazón jamás será tuyo si no abres las siete puertas que lo protegen.
El respondio entuciasmado.
—¿Dónde he de buscar las llaves, amada?
—Las llaves son estos velos de colores y las siete preguntas que los harán volar con el viento.
—Tus deseos son órdenes —respondió él con absoluta devoción.
Ella sonrió y lo miró fijamente:
Cierra los ojos e imagina conmigo, ve a tu corazon.
—¿Quién serías si no tuvieses miedo?
Él, sin dudar, respondió:
—Sería un hombre libre de las leyes del rey; me dejaría enternecer sin tapujos, permitiría que mis ojos lloraran los dolores, y volveria a la inocencia. Correría libre como un niño y me permitiría ir donde quisiera mi corazón.
Ella sonrió y contestó:
—Que mi presencia sea entonces el lugar donde puedas ser libre, donde seas niño y tus emociones no tengan restricción.
Y bailó liberándose de un velo rojo que se movía como la sangre corriendo por sus venas calientes.
—Entra, la primera puerta se ha abierto; entra y sé libre de SER.
Vamos a la segunda:
—¿Qué odias en tus hermanos?
Él respondió seguro:
—Odio la injusticia, la mentira y la traición.
—Interesante…
susurró con suspicacia
—. ¿Eres justo contigo mismo cuando estás a solas? ¿Has de decir la verdad incluso cuando tu vida esté en peligro? ¿Vas en contra de tu corazón para ser aceptado por otros y servir a tu pueblo?
Él bajó la cabeza con vergüenza, respiro profundo y respondio con humildad:
—Amada, he de confesar que soy injusto conmigo, que he mentido un par de veces para ser aceptado y que más de una vez me he traicionado yendo en contra de mis más profundos deseos.
Ella tomó su rostro con amor y lo miró a los ojos:
—No hay juicio en mi corazón; tu honestidad ha abierto la segunda puerta.
Y danzó mientras la seda naranja ondeaba como una bandera.
—Entra en mi vida SIN CULPA.
—Oh, mi Reina, me temo que las preguntas son cada vez más difíciles…
El corazon de una hija de la Diosa esta divinamente protegido, no temas y responde.
¿Podría un hombre de fe caminar al lado de su mujer si esta decidiera salir por las calles desnuda?
—Oh, amada, ¿no debe la mujer mostrar su cuerpo solo a su hombre y salir tapada con velo al pueblo?
—Pues no cree usted, mi señor, que si Dios nos hubiese querido tapados habríamos nacido con telas cubriéndonos… o plumas. ¿Entonces dejarías a tu mujer sola a merced de los hombres si ella decidiera caminar desnuda, tal cual Dios la creó?
Sintió la sangre hervir en su cuerpo y se posicionó para la batalla.
—Si tu deseo, amada, es caminar desnuda, caminaré a tu lado cuidando de tu integridad como Dios me ha pedido y no permitiré que nadie jamás te hiciera daño.
Y ella bailó sensualmente liberándose del velo amarillo como el sol.
—Se abre la puerta; entra pues a mi vida sin vergüenza.
Ahora..
—¿Si Dios me llamara a su lado al amanecer te atreverías a amar a otra mujer y tener familia?
Sus ojos se llenaron de lágrimas al imaginarlo, y respondió:
—No sé si pudiese amar a otra mujer, no sé si pudiese vivir sin ti...
—Oh, amado, ¿no es el derecho divino de los hombres tener esposa e hijos, hacer familia? Y si yo no pudiese darte hijos, ¿me amarías igual?
—He de amarte aun si Dios no nos bendice con hijos, amada...
Ella besó la lágrima que corría por su mejilla y dijo:
—Mi amor por ti es tan puro y divino que, si Dios nos separa, quiero que seas feliz.
Y él, ante esta declaración, le respondió:
—Pues si Dios me quita la vida, que me permita, junto a Él, enviar un buen hombre a tu lado, y desde el cielo cuidaré de ti, de él y de su descendencia.
Ella bailó liberándose del velo verde esmeralda que tapaba sus pechos, mostrando sus senos:
—Heme aquí con el pecho abierto.
Se ha abierto la puerta; entra a mi vida sin apEGOs.
Vamos bien, amado...
—La quinta pregunta: si en mi libertad decidiera no seguir tus órdenes, si cometiera en mi humanidad un error, una desobediencia, ¿sería tu palabra cruel y destructiva? ¿Tu rabia sería un peligro para mi persona y tus hijos? ¿Habría que rezarle yo al Padre en los cielos para no ser consumida por tus demonios?
—Amada, he de rezar al amanecer al Padre para que mis pasiones y mis rabias jamás sean fuego que destruya nuestro hogar y nuestra familia. Y que se muera pues este cuerpo si algún día soy vil y cruel frente a la mujer que Dios me entregó como compañera.
Ella danzó y danzó mientras el velo azul, como el mar, bailaba a su lado:
—Se ha abierto la puerta; bienvenido a mi corazón con amor incondicional y palabras dulces.
Nos faltan solo dos..
—Si en el mundo hubiese guerra y destrucción y tu rey te llamara a la batalla, pero yo te pidiera que huyéramos del caos a tierra de paz con nuestros hijos, ¿dónde irías?
—Oh, amada, esta creo es la pregunta más difícil... ¿No ha de servirle el hombre a su rey y a su pueblo? ¿No es ese el mayor honor de un hombre?
—¿El mayor honor? —entonó ella con ironía—.Mirandolo con ojos de fuego
Oh, amado, Dios le da al hombre el deber de cuidar de su esposa e hijos. ¿Acaso no dejó Noé ahogar a sus hermanos y hermanas subiendo a su arca solo a su familia?
Sintió como si un rayo partiera su frente, y con humildad respondió:
—Pues he de dejar mis tierras, mi rey y mis hermanos para salvar a mi amada y a mi familia de la guerra. Me abriría camino para llevarlos a la tierra de paz. Que mi arca sagrada sea donde tú estés.
Y ella danzó mientras el velo violeta salía de su cabeza:
—Se abrió la puerta; estás ya casi dentro, amado. Entra en mi corazón viendo la existencia con tu tercer ojo, dijo mientras besaba su frente.
—Si ante ti danzara otra mujer mucho más hermosa, mucho más joven, ¿caerías a sus pies olvidándote de tu familia y la promesa de esta noche?
Sin dudar y con firmeza respondió:
—He escuchado la voz de Dios al oído cuando vi tus ojos por primera vez; que sea yo merecedor de desgracias si algún día rompo la promesa que hice ante Dios. Eres tú la respuesta a mis oraciones. He pasado toda la vida pidiéndole al Padre un ángel, y me cumplió al ponerte en mi camino.
Y ella, danzando, dejó caer el último velo, el velo blanco, bordado de novia, mostrando así su rostro y su cabello negro por primera vez.
Él se sintió infinitamente bendecido por aquel momento, cayendo de rodillas ante ella. Ella suavemente bajó al piso.
—Pues hemos de caer juntos en amor.
Bienvenido a mi corazón, soy yo la promesa de Dios, y eres tú la respuesta a mi espera. Que la divinidad nos habite.
Me rindo ante ti, mi hombre.
Y la música cesó, y el mar se volvió sereno. Los primeros rayos del sol entraron por la ventana, y se unieron en una carne, Macho y Hembra.
Bailando con mis siete velos.
Con amor y en servicio de Gaia.
Marijo 🐋🦋 10.23




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