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Mujer Sin Fronteras

Se disolvieron las fronteras, en mi raiz, en mi útero

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La Bitacora de mi alma. Julio, 1 del 2025, segunda noche de obsidiana.


Antes de contar el increíble sueño de anoche, y el bloqueo que estaba en mi inconsciente, quiero agradecer públicamente a mi amiga, la obsidiana, por la dulzura con la que me está tratando. Mi primera experiencia de tres lunas junto a ella fue tan profunda y retadora, como una ola en enero en Jaws (Peʻahi, Maui). Me revolcó como un tsunami (les cuento en otro blog). Fue la primera vez en mi vida que estuve a punto de abandonar algo. Pero en esta oportunidad ha sido honesta, como es ella, aunque mucho más suave y amorosa, tal vez sea mi propio inconsciente, suavizado después de la hermosa microdosis que me regaló una amiga, proveniente de la sabiduría de los volcanes de Costa Rica. O quizas sea yo, que mientras me voy elevando a la vibración del amor incondicional, me hago más suave, más femenina, a final Yo lo soy TODO. No sé cuál sea la razón, pero obsidiana, gracias, porque las lecciones esta vez vienen con más dulzura.


Junio 30, 

 Fue un día de bastante integración, que pude enraizar con un paseíto por mi parque Amelia. Después de una cena ligera y un té de lavanda, recibí a mi obsidiana por segunda noche, y me fui a dormir.  


Julio 1 "El sueño"

Iba navegando un barco (sí, a esta sirena pirata su inconsciente le habla en mares y barcos). En esta oportunidad me dirigía por el océano hacia Japón. Un par de amigos, cuya situación migratoria no los ha dejado salir como a mí, me acompañaban. De repente, el barco se detuvo, como si una energía fuerte, indestructible e invisible no lo dejara avanzar. Todos salimos a ver por qué el barco simplemente se había detenido, aunque el océano estaba sereno y el viento era favorable.

Dije, como si fuera una experta (porque el ego también habita en los sueños): "No podemos seguir avanzando, aquí se acaban las aguas de Estados Unidos". Volteé y vi a mis compañeros; todos me miraron derrotados. Cuando me dirigí al timón, una voz profunda, masculina, desde el cielo, me habló fuertemente:

—¿¡No ves que la barrera es mental!?

—¿¡No ves que es un solo mar!?

—¿¡No ves que las líneas no existen!?

—¡Es un solo planeta, un solo océano, un solo aire!

Los límites son imaginarios.

Y desperté.


Integracion:

  Por más que he intentado mantenerme en mi burbuja por salud mental, todo el tema de las deportaciones me tiene un poco nerviosa. Aprovecho este momento para contarles cómo el universo tenía días mostrándome esta lección que, a nivel mental, podía ver, pero que claramente la obsidiana me confirmó como un tremendo patrón limitante tatuado en mi inconsciente, resultado de este sistema enfermo que no hace más que dividir: Latinoamérica de América, América de Europa, Asia de África, blancos de negros, cristianos de musulmanes, hombres de mujeres... Aún me habitaba.


Hace una semana, después de muchos intentos fallidos, caí en el caos colectivo en la oficina. El miedo, siempre tan ruidoso, se colaba a través de mis audífonos y mi música de Nuraddin Taghiyev. Pude sentir la rabia subiéndome por las venas. El algoritmo —que sabe lo que piensas— empezó a mostrarme miles de noticias sobre deportaciones injustas. Gracias a los artistas por la música, cambié de los violines al tambor de fondo de las canciones de Residente, y esa rola de "This is Not América" estuvo en aleatorio todo el día, ayudándome a navegar el fuego de la rabia.

 Porque si algo aprendí de mi maestra Ceci (mi guía en reconexión uterina) es que en este cuerpo soy SOBERANA, y toda emoción que viene, la siento y la navego. Porque me amo, me honro, y no dejo que se me vuelvan a infiltrar hasta enfermarme. 

Volví a mi centro con la voz de Rene :  "Esto es desde Tierra de Fuego hasta Canadá."


 Durante ese día me puse a leer cuanta información se me cruzaba sobre nuestros ancestros, me iba sumergiendo en cada etnia que existe en todo el continente. Me encontré con la historia de Urimare, Guaicaipuro, Naguanagoa, de mi propia tierra, y mientras subía y pasaba por aztecas, mayas, toltecas… llegué a esta tierra: los Estados Unidos.  


 Empecé a investigar sobre sus tribus, y hubo dos nombres que, al leerlos, me hicieron brotar una paz desde el estómago: Nancy Ward y el "jefe" Osceola (Si eres inmigrante, te invito a investigar sobre la labor heroica de este señor) En un acto de psicomagia, que me sale tan natural, me fui a ChatGPT (si caí) y creé una imagen con estos dos personajes: ella a mi izquierda, en mi lado femenino, y él a mi derecha, el masculino(se las dejo como encabezado de este blog).

Les pedí que me ayudaran y me protegieran mientras camino por este territorio.  

Al llegar a casa les prendí una velita amarilla. Se lo comenté a mi mamá, que por supuesto me dijo que había que pedirle solo a Dios. Pero había una certeza muy profunda de que estas dos frecuencias que algún día caminaron por este plano estaban conectando conmigo.  


 Les cuento todo esto porque el universo tiene unas formas de darme unas cachetadas de humildad cuando, así sea por un segundo, dudo de mi intuición. Esta mañana, después del sueño del barco, tomé el teléfono para ver la hora. Por supuesto, había una notificación que me llevó a Instagram, y allí, a las 2:30 a.m., me aparece un reel sobre la protesta en la Florida contra la construcción de una cárcel migratoria en los Everglades, liderada mágicamente por Betty Osceola, descendiente de este líder que desde hace una semana me acompaña en el wallpaper de mi teléfono.  


 Una confirmación de que hay algo mucho más poderoso derribando las barreras que este sistema creó. Y que, una vez más, no estoy sola. Estoy sostenida y mi intuición es correcta.  


Gracias, Nancy y jefe Osceola, por el sostén.

Gracias, obsidiana, por recordarme que las cosas no se aprenden con la mente: hay que sentirlas en el CUERPO, la única tierra que me pertenece y que habitaré, y que a partir de hoy YA NO TIENE FRONTERAS.


Con amor y libre.


Marijo  🐋🦋 10.23





 
 
 
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